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Mensaje por Edmond Dantès Mar Ene 22, 2013 6:15 pm

Nombre: Edmond
Apellido: Dantès
Sexo: Masculino
Edad: 35 años aparentes / Reales: Desconocido
Raza: Demonio
Empleo: Director de Blueriver Academy
 
Descripción Física: De alta estatura, aproximadamente metro ochenta. Posee un cuerpo agradable a la vista, bien tonificado pero no en exceso. Extremidades perfectamente proporcionadas a su estatura, dedos largos y finos, perfectos para tocar el piano. Estos dedos finalizan con unas largas y filosas uñas pintadas con un esmalte negro. Su piel es gélida como el hielo, en consecuencia, su piel es pálida, rozando lo enfermizo, incluso adquiriendo tono azul pálido, casi imperceptible. Cuando el demonio decide hacer su aparición, en su frente aparecen unas curiosas marcas de tonalidad rosácea, asemejada a un par de ojos. De rostro varonil, una perilla de vello abundante adorna su barbilla. Ojos rasgados y afilados, sus iris son de tonalidad diferente, uno de ellos, concretamente el izquierdo posee una tonalidad rojiza, mientras que el otro es dorado.
 
De cabello ondulado y liso en el nacimiento. Largo hasta la altura de mitad de la espalda. Bien cuidado por lo que se aprecia con brillo y al tacto es agradable, es como un manto de seda. De tonalidad oscura, casi negro azabache. Posee unos afilados colmillos, asemejados a los de un vampiro y también unas picudas orejas.
 
Con asiduidad viste con trajes vistosos, como todo un aristócrata. Para salir, normalmente se coloca una capa encima de sus hombros y combina con un sombrero negro de copa alta. Para estar en casa, algo más cómodo se viste con alguna bata de casa o simplemente se atavía con unos pantalones negros de pinza y una camisa blanca. Siempre lleva consigo un bastón de oro.
 
Descripción Psicológica: Se podría decir que Edmond se asemeja a una moneda ya que al igual que éstas, posee dos caras:
 
La cara que muestra al principio es de alguien despierto y comunicativo, que gusta hablar con otras personas para intercambiar opiniones, por lo que se le puede considerar alguien bastante sociable. Una de las cualidades que más lo describe es su encanto natural, es amable con todo el mundo, amabilidad que usa para ganarse la confianza de quien lo desea. Posee una excelente labia, capaz de encandilar a cualquier persona que se precie. En cierto modo es alguien reservado, preservando su individualidad. Aunque dé la sensación de que confía en alguien, en el fondo siente una gran desconfianza hacia esa persona, sólo que trata por todos los medios de evitar que tal sentimiento se aprecie al ojo humano.
 
Posee un buen sentido del humor, es bastante curioso aunque no lo demuestre abiertamente, mas a veces suele evitarlo, pues la curiosidad lo llevó por mal camino. Es una persona inteligente, comprensiva con los suyos. Cabe destacar que siempre muestra una amable sonrisa en su rostro, tranquilizadora y llena de esperanza. También hay que decir, que cuando el momento requiera seriedad, sin dudarlo se pondrá serio y borrará todo rastro de su sonrisa. Cabe destacar que posee una paciencia casi infinita.
 
En resumen: es todo un caballero.
 
La otra cara de la moneda se torna alguien diabólico, sediento de venganza por todo lo que le hicieron en el pasado. En este caso se muestra impasible ante todo, siendo especialmente directo. Cabe destacar que esta cara de la moneda sale a relucir cuando ya una persona le es completamente inútil y no le aporta ya nada. No se retracta en sus palabras –esta cualidad también se puede aplicar a la cara amable de la moneda-, tanto si se trata de una promesa importante o una sentencia de muerte. En este caso, removerá cielo y tierra para encontrar a la persona que le hizo daño y así llevar a cabo su cometido. La amable sonrisa se torna en una siniestra y llena de malas intenciones.
 
Ahora, en el ámbito amoroso es alguien romántico tanto en actos como en palabras, no es fácil atrapar su corazón, es complicado ya que éste está recubierto por una gruesa muralla de hielo inquebrantable. Mas en el momento en que esa muralla de hielo se rompa se convertirá en el amante perfecto, atento, colmando a su pareja. No es para nada lujurioso, es cierto que disfruta del sexo pero siempre con moderación y si la situación lo amerita.
 
Cuando alguien termina traicionándolo no dudará en vengarse de esa persona, la sed de venganza es casi lo único que recorre sus venas.
 
Gustos:
-El ajedrez.
-La ópera.
-La música.
-Fumar, pero tabaco de calidad.
-La venganza.
-Leer un buen libro.
-La soledad voluntaria.
-La oscuridad.
 
Disgustos:
-La traición.
-Las órdenes, él es el único que puede realizar tal acto.
-Los niños inmaduros y llorones, simplemente le crispa los nervios. Son los únicos que lo sacan de sus casillas.
-Los engreídos.
-Que lo molesten cuando más tranquilo está.
-La soledad involuntaria.
-Los ruidos fuertes, tiene un sentido de la audición bastante desarrollado.
 
•Historia:
 
Nació en Ingalterra hace ya muchos años, en el seno de una familia adinerada, prácticamente de las más ricas del país. Sus padres apenas le hacían caso debido a importantes negocios con otras importantes familias del país. Edmond se las tuvo que valer por él mismo, siempre estaba encerrado en su habitación, aislado del mundo exterior, relacionándose más con las sirvientas que con sus padres. Las sirvientas hacían el papel de madre y de amigo, ya que el pequeño, al no relacionarse con otros carecía de amigos. A causa de esto se convirtió en alguien reservado e hizo estragos en su mente, que de primera instancia no se percató de ello pero que con el paso de los años ya se plasmaría.

Como era costumbre en su familia pactaron un matrimonio concertado entre Edmond y una joven de familia poderosa. Por supuesto, el joven se negaba a ello, se negaba a socializar con las personas y más con alguien que conocía de nada y encima, al cumplir los diecisiete años se tendría que casar con ella. Lo veía de persona egoísta, sus padres sólo deseaban el dinero y no la felicidad de su hijo, pero él no podía hacer nada, sólo era un joven de catorce años cuando pactaron ese matrimonio. Así que continuó con su vida normal, viendo a esa joven todos los días ya que los padres de ésta acudían a la mansión todos los días por razones de negocio.
 
Ambos jóvenes se encontraban en una habitación, Edmond, como era de esperar no le hizo caso alguno y continuó con su lectura. La chica no hacía más que convencerlo para que jugase con ella y él, con la mentalidad de un adulto, la rechazó sólo una vez, dejándole las cosas claras, mencionando que no la quería y que se oponía al matrimonio. La chica, espantada, no conforme con la oposición cogió tal berrinche que incluso atentó contra él. Por fortuna él poseía más fuerza que la joven, así que pudo detenerla. La tomó de las muñecas y con furia la sacó de la habitación, dando un fuerte portazo. No quería verla ni en pintura.
 
Entonces, al rato salió de la habitación, cuando ya estaba algo más calmado acudió corriendo al salón en el cual se encontraban los mayores hablando de sus cosas. Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta, jadeando por la carrera, y cuando todos estaban mirándole vociferó su indignación. Lo peor de todo es que no iba a acabar impune de tal acto. El padre, por prudencia, llevó al chiquillo a su habitación y envió a la criada que mejor se llevaba con Edmond para que lo cuidase. Ésta aceptó encantada. El corazón del chico se iba recubriendo cada vez más con una muralla de grueso hielo. Conversó con la criada hasta llegar al punto de la desesperación, por lo que rompió a llorar en brazos de aquella santa.
 
Su corazón se detuvo en el instante en que su padre apareció por la puerta, enfadado, lleno de ira contenida, Apartó a la criada de un empujón y tomó al pobre Edmond por el cuello. El chico, asustado, no hacía más que mirarlo con los ojos desencajados, temblando violentamente ante la inminente paliza que iba a recibir. Y no se hizo esperar, su padre le pidió a la joven que abandonase la habitación y cerrase la puerta. Acto seguido le llovieron golpes a diestro y siniestro, sin piedad alguna. Terminó destrozado en el suelo, sangrando, con el labio roto, y encima su padre lo amenazó.
 
Los años pasaron hasta que el joven Edmond cumplió los diecisiete años, edad acordad para su matrimonio. Obviamente, para evitar tan mal trago, una noche decidió escaparse de casa. No tenía a donde ir, pero con tal de desaparecer de su vista era más que suficiente para su persona. Tomó algo de dinero de la cuenta de sus padres y se trasladó a Francia, allí no lo molestarían más, o al menos eso pensó él, lo que no se imaginaba es que la mujer con la que estaba prometido tenía una pequeña y desagradable sorpresa para él. En Francia conoció a una joven que logró cautivar su corazón, estando dispuesto a casarse con ella, por lo que cuando el tiempo se lo permitió realizó su sueño y la tragedia comenzó el mismo día de su boda. Con 20 años, en el banquete de la boda, unos oficiales irrumpieron en la sala, acusando a Edmond de un crimen que obviamente no cometió. Opuso resistencia pero no hubo manera de disuadir a los guardias. Tras el juicio fue declarado culpable del asesinato, y por consiguiente encerrado en prisión hasta el fin de sus días.
 
Encadenado a la pared dejaba que los días pasasen uno a uno, esos interminables días encerrado en aquella oscura y maloliente celda. La desesperación aumentaba con cada día que pasaba, su cuerpo debilitado ya no podía siquiera quitarse la vida. Pasaron los años encerrado allí, hasta que cumplió los treinta y cinco años de edad, ya la desesperación era tan grave que incluso lo llevó a la locura, ya no era él, sino otra persona diferente. Comenzó a escuchar voces pero una le llamó especialmente la atención, era grave y lo llamaba de una forma atrayente. Desplazó las demás voces y se centró en esa.
 
-La desesperación te consume, estás al borde de la locura. ¿Estás aquí por un crimen que no cometiste?¿Clamas venganza por aquellos que te hicieron daño?-de entre las sombras, una brillante luz apareció, invitándole a seguirlo. Edmond, ante esa pregunta asintió con la cabeza con las pocas fuerzas que le quedaban-Entonces únete a mí. Yo seré tú, y tú serás yo. Te ayudaré... Gankutsuou te ayudará en tu venganza.-esas palabras sonaban dulces, tanto que sin dudarlo Edmond aceptó realizar el pacto con aquel demonio llamado Gankutsuou. No sabía de su existencia pero le daba igual, clamaba venganza por todo el mal que le causaron.
 
Realizado el pacto con ese demonio su ojo izquierdo adquirió una tonalidad rojiza como símbolo del pacto. Con la ayuda de ese ser maligno logró salir de allí sin que nadie se diese cuenta, el poder que le otorgó era exquisito, ya no era un simple humano, ahora era mitad demonio. Debido a un cambio que sufrió su cuerpo lo hacía prácticamente irreconocible, su piel se tornó pálida y gélida, sus colmillos crecieron considerablemente y su cabello era mucho más largo y una perilla abundante adornaba su barbilla.
 
Trató de rehacer su vida en París, se codeaba con las familias más adineradas del país, engatusando a las mujeres con su encanto natural, rompiendo familias después de haber firmado un contrato, invirtiendo dinero en las principales potencias mundiales, llevándose así un dinero. Engañaba a toda persona que fuese posible, pero se topó con un jovenzuelo llamado Albert, era un joven inocente, que confiaba en cualquiera y Edmond vio en él una oportunidad perfecta. Estrechó las relaciones con él, todo su plan iba a salir a la perfección. Se ganó la confianza de su familia y por supuesto la de él. Mostró ante él su cara más amable para así acercarse más a él, todo por la razón de su venganza, ya que la madre de Albert era su prometida y sabía perfectamente que había sido ella. Lo que no se esperó es que la relación con aquel joven se convirtió en algo más que una simple marioneta para sus planes de venganza, mas no lo demostró, prefería alejarse de él antes que cometer una locura.
 
Al fin, traicionando a su querido amigo Albert, terminó por cumplir con su venganza. El joven, herido por el engaño de aquel hombre, lloró desconsoladamente, sin creerse que su mejor amigo lo había engañado de esa forma. Por una vez, después de haber hecho el pacto con el demonio, sintió lástima por el pobre muchacho, por lo que en su gruesa pared de hielo se formó una grieta. Su lado más maléfico floreció, diciéndole directamente que sólo era una marioneta, que no le hacía falta para nada más. Dichas esas palabras lo dejó atrás. La grieta se hizo más grande pero la gruesa pared no llegó a romperse, ya desaparecerían esas grietas.
 
Dejando a ese joven atrás y también la hermosa ciudad de París, trasladándose a Londres. El demonio aún residía en su interior, devorando su alma, adueñándose poco a poco de su cuerpo hasta que su esencia humana fue consumida por completo, convirtiéndose en un auténtico demonio, pero aún así, Gankutsuou sigue controlando su cuerpo, manifestándose de vez en cuando. Se trasladó a esta ciudad para huir de aquel joven y de todas las personas que tenían relación con él, esperaba pasar desapercibido, viviendo de su enorme riqueza.
 
Allí, en Londres, conoció a un hombre que había fundado una academia con el fin de que todas las criaturas que había en este mundo se llevaran bien y pudiesen convivir en armonía. Era el momento perfecto para fingir que se apiadaba de él y retirarle toda la fortuna y llevársela él, más que nada porque le llamó la atención, y en el fondo deseaba que todo ser que poblaba la tierra se llevasen bien todos con todos. Al final, el hombre pereció producto de una enfermedad que en ese entonces no poseía cura alguna.
 
Así fue como Edmond Dantès se adueñó de la academia Blueriver.
 
•Datos extra:
-El demonio que se alberga en su cuerpo es como si se tratase de un cáncer, lo va consumiendo poco a poco, y por ello debe tomar pastillas. Cuando no se las toma durante un cierto tiempo su cuerpo sufre las consecuencias, provocándole un dolor agudo en todo su cuerpo.
 
-Habla varios idiomas, como lo son el francés, alemán, italiano e inglés
Imágenes:
Spoiler:
 
 
•• Información del físico:
Conde de Montecristo – Gankutsuou: El Conde de Montecristo
Edmond Dantès
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